La Pandilla De Los 7

En uno de los muchos edificios de la ciudad viven un grupo de niños traviesos que suelen desesperar a Lola, la conserje. Al edificio se muda Alonso, un niño de 9 años bastante introvertido, con Julia, su mamí Lola se muestra muy amable con la recien llegada con la intención de averiguarle la vida. La pandilla no quiere aceptarlo.

Un grito de terror de Lola atrae la atención de los niños que corren en busca del origen del mismo y la encuentran desmayada del susto que le provocó encontrarse a un monstruo en el edificio, que resulta ser Romeo disfrazado.

Retan a Alonso a una carrera en la pista. Con gran alegría y juegos Alonso es aceptado en la pandilla, que de ahora en adelante será: "LA PANDILLA DE LOS 7".

Lola insiste en que hay fantasmas en el edificio. La pandilla considera que llegó el momento de tener un lugar donde puedan jugar sin que Lola los regañe y los moleste, por ello piensan que la caseta es el sitio ideal e intentan entrar en ella.

Adrianita no está por ningún lado siguió una luz sin que la vieran y la pandilla sale a buscarla; cuando menos lo imaginan la niña aparece y todos descubren un nuevo secreto dentro del edificio.

La pandilla descubre una espada que es de donde surge la resplandeciente luz y, maravillados, deciden guardar el secreto de tan magnífico descubrimiento. Lola se une a Fulgencio y Cirilo en la búsqueda del fantasma ignorando el verdadero próposito de los hombres, y al encontrarse con la refulgente luz, Lola se desmaya en brazos de Fulgencio mientras Cirilo se marcha corriendo del susto.

La espada mágica suelta su mango y los chicos de la pandilla descubren un viejo pergamino que no pueden descifrar y es otro misterio que deben descubrir pero antes... hay que ir a comerse un delicioso helado.

La pandilla tratan de descrifrar la clave para ubicar el tesoro, pero no lo logran aunque sospechan que se encuentra muy cerca…

Los chicos sueñan con lo que harán con el dinero del tesoro, pero al abrir el cofre sólo encuentran un viejo libro, el que curiosamente comienzan a leer y descubren que: "El mayor tesoro es la sabiduría, que es la fuente de las riquezas...

La pandilla regresa a la caseta y prometen guardan en secreto el gran mundo que descubrieron.

Toñito le pide al muñeco del cofre le permita utilizar la magia del libro para evitar el desalojo, pero el muñeco claramente le dice que hasta que no se unan nuevamente no dejará que el cofre se abra.

Cirilo y Fulgencío comentan lo que les sucedió cuando Memo y Arminia se aparecen con las máscaras y los asustan a tal grado que ambos huyen despavoridos.

La pandilla está felíz por lo recaudado en la verbena pues les alcanzará para comprar los cables del fono-pandilla y comentan que les extraña que Don Fulgencio estuviera en la caseta.

El libro vuelve a recuperar sus palabras impresas y le revela a la pandilla que los documentos del geríatrico son falsos, que todo es una trampa. Fulgencio y Cirilo son descubiertos por los inquilinos y Toñito le agradece al muñeco la ayuda que les prestó.

Toñito conversa con el muñeco acerca de la lección que aprendió sobre la honestidad.

Dalila le pide disculpas a Vanessa por lo que hizo y esta, luego de disculparla, la invita a que sean amigas.

Fulgencio regaña a su hijo mientras la pandilla, felíz de tener nuevamente el libro, se dedica a dejar la caseta bien limpia y ordenada.

Los muchachos se alegran al saber que no les quitaran su guarida. Fulgencio cree que todo fué un sueño y se lo cuenta a Cirilo y a su hijo comentándoles lo mucho que le gustaría tener mucho oro.

Los muchachos celebran la compra de la rockola y el no tener que abandonar su guarida bailando felices.

Fulgencio le cuenta a Cirilo acerca del dinero que se ganó con la trampa que le tendió a Ludovico y al ir a mostrarle los billetes se encuentra con que son barajitas y se molesta pensando que los chicos de la pandilla lo engañaron.

Julia le pide disculpas a Romeo y este la invita al circo, la mujer acepta y todos salen felices, inclusive Lola decide ir con ellos. Mientras Alfredo le devuelve el dinero a Fulgencio pues no logró cumplir su encomienda.