Los archivos del FBI (Doblado)

El primero de octubre de 1993, un extraño secuestró a Polly Klaas de doce años durante una piyamada en su casa. El FBI de inmediato entró en el caso. Los agentes reunieron fibras de su habitación y descubrieron, a través del uso de fuentes de luz láser, la huella de una palma en la cama de Polly, previamente invisible al ojo humano. Después de una extensa investigación de dos meses, el FBI arrestó a Richard Allen Davis. La impresión de la palma y las fibras coincidieron y Davis fue condenado por secuestro y asesinato.

El patrullero de carreteras de California, George Gwaltney, descubrió el cuerpo de Robin Bishop de 23 años cerca de su auto en una carretera remota en el desierto. Aunque declaró que era inocente y fue absuelto en dos juicios estatales, el FBI pudo convencer a un tercer jurado de que Gwaltney era el asesino. Con solo el armazón de un arma para trabajar, los expertos del laboratorio del FBI pudieron conectar las marcas de la herramienta encontradas en el armazón con las herramientas halladas en la casa de Gwaltney. A través de la comparación de los cabellos y las fibras y una prueba única para detectar e identificar esperma, Gwaltney fue ubicado en la escena del crimen.

Thomas Dillon asesinó a cinco amantes de la naturaleza al azar durante un periodo de tres años en el rural sur de Ohio. Después de una pista que guió al FBI al arma homicida, la prueba de balística arrojó una coincidencia. La carta de una madre publicada en el periódico dirigida al asesino de su hijo motivó a este a darle una respuesta. Se elaboró un perfil psicológico, lo que guió a otra pista. Como resultado de una vigilancia impresionante por aire y tierra por el FBI, Thomas Dillon fue arrestado y finalmente condenado.

En Anchorage, Alaska, una madre joven y sus dos hijas fueron violadas y brutalmente asesinadas. Solo había una pieza de evidencia forense: una toalla con ladillas que el asesino usó para limpiarse después del crimen. Empleando un método inusual y original, un experto del FBI examinó cada pelo y fibra en el apartamento. No solo pudo determinar por cuánto tiempo había estado cada cabello ahí, sino cuáles provenían del asesino y cómo sucedió el crimen. El sobrino de la mujer, Kirby Anthoney, surgió como el sospechoso. Anthoney fue condenado por todos los cargos.

El 21 de junio de 1964, tres defensores de los derechos civiles, uno blanco y uno negro, desaparecieron de Mississippi mientras cruzaban el condado de Neshoba. Una investigación del FBI a gran escala llevó a la recuperación de los cuerpos de los hombres asesinados y la evidencia física fue recuperada y analizada. Los laboratorios del FBI confirmaron que todas excepto una de las balas usadas para asesinar a los hombres provenían de la misma arma. El FBI se ganó la confianza de un informante, cuya información condujo a la condena de siete miembros del Ku Klux Klan local.

Vagaba por las calles de la ciudad de Nueva York llevando solo piyamas y una bata de baño, pero el FBI estaba convencido de que Vince Gigante, el reputado jefe de la de la familia genovesa del crimen, no estaba loco. El FBI recurrió a la vigilancia encubierta, grabaciones de audio es secreto, seis miembros de la mafia que se convirtieron en informantes del gobierno y el testimonio de doce agentes del FBI que ayudaron a condenar a Gigante de asesinato y conspiración para asesinar, incluyendo un complot para matar al jefe mafioso rival, John Gotti.

Las violaciones y asesinatos de diez mujeres cerca de Tampa, Florida, en 1984, tenía desconcertadas a las autoridades y a la comunidad asustada. Desde el comienza, el FBI había estado analizando las evidencias de la escena del crimen y encontró un elemento en común: fibras rojas de alfombras ornamentadas. Pero no había sospechoso, hasta que una de las víctimas potenciales del asesino sobrevivió. A través de sus entrevistas y la cooperación de las autoridades locales y del FBI, Bobby Joe Long emergió como el principal sospechoso. Las fibras dentro de su auto y las encontradas en la única sobreviviente coincidieron con las que estaban en las escenas del crimen. Long fue condenado por ocho de los asesinatos y violaciones.

Claude Dallas vivía la vida de un vaquero. Un solitario y desconfiado de la autoridad, vivía de la tierra, practicando la caza furtiva y vendiendo las pieles. Pero cuando dos guardas de caza y pesca confrontaron a Dallas por sus actividades, recibieron disparos y los asesinaron. Después de una gran persecución, Dallas fue capturado y condenado, solo para escapar a los pocos meses. Puesto en la lista de los diez más buscados del FBI, Dallas evadió a las autoridades por casi un año hasta que el FBI lo localizó en una pequeña ciudad en California. Dallas está cumpliendo una condena de 30 años por asesinato.

Éste era un solitario que esparció el terror a través del correo por dieciocho años. Dos hombres murieron y más de una docena salieron heridos, pero Ted Kaczinsky no recibió su sobrenombre de “El Unabomber” hasta que su hermano le escribió al FBI. El “Manifiesto de el Unabomber” de Kaczinsky, publicado en un periódico importante, desató una ola de actividad para el FBI: escritos de análisis y comparaciones, ADN recogido de una sola estampilla postal y, por último, el arresto de Kaczinsky en su pequeña cabaña. Los agentes recolectaron suficiente evidencia, incluyendo el mismo “manifiesto”, para condenar a Kaczinsky. Está cumpliendo cuatro condenas de por vida y treinta años adicionales sin posibilidad de libertad condicional.

Cuando la niña de cinco años de edad, Melissa Brannen, desapareció de una fiesta de Navidad en diciembre de 1989, el único sospechoso probable era Caleb Hughes de 24 años. Cincuenta fibras de acrílico azul fueron recolectadas durante una revisión del auto de Hughes; sin embargo, esta se convirtió en la parte más importante del caso. El análisis de fibras del FBI determinó que aquellas fibras eran idénticas a las del suéter que Melissa estaba llevando. Aunque el cuerpo de Melissa nunca fue encontrado, la evidencia fue suficiente para condenar a Hughes por secuestro con intento de deshonra.

El 26 de febrero de 1993, una explosión sacudió el estacionamiento del Centro Mundial de Comercio. Seis personas murieron y más de mil resultaron heridas en la explosión que dejó un cráter de cinco pisos en el edificio. Durante la investigación, el parachoques retorcido de una camioneta fue sacado de los escombros. El FBI pudo determinar dónde había sido rentada la camioneta y por quién. Después, agentes encubiertos hicieron los arrestos a menos de seis días luego del bombardeo. Los laboratorios del FBI tuvieron un papel esencial en relacionar los químicos del ataque con los químicos encontrados en las casas y oficinas de los sospechosos. Mohammed Salamel, Nidal Ayyad, Mahmud Abouhalima, Ahmad Ajaj, Ramsi Yousef y Eyad Ismoil fueron condenados y pasarán el resto de sus vidas en prisión.

Para diciembre de 1985, John Gotti había asumido su lugar como el nuevo Don de la familia criminal Gambino en Nueva York con el asesinato del jefe, Paul Castellano. “Don Teflón” se sentía seguro en su posición, siempre a un paso delante de la ley. Pero también era la obsesión continua de Bruce Mouw, el líder de un grupo élite de agentes del FBI formados para hacer caer a la familia Gambino. Con la ayuda y el ingenio de su escuadrón de proyectos especiales, pusieron micrófonos en los lugares de reunión más privados de Gotti. Después de años de complicaciones, Mouw tenía suficiente evidencia para arrestar a Gotti por asesinato. Cuando el FBI convenció al subjefe de Gotti, Salvatore Gravano, para que testificara contra él, el jurado volvió con su veredicto: culpable de todos los cargos, incluyendo el asesinato de Castellano. Gotti fue sentenciado de por vida sin libertad condicional.