Bob Y Margaret (Español)

Bob y Margaret sufren un robo en su casa, y Bob, aconsejado por un paciente y por la avaricia, pide a la compañía de seguros más cosas de las que le robaron y de mejor calidad. Margaret no está muy convencida pero finalmente accede. Los ladrones, contentos por su buen botín, se dan cuenta de que repusieron sus aparatos eléctricos y vuelven a robarles.

Por cuestiones de salud, tanto Bob como Margaret tienen que hacer ejercicio. Intentan ir a un gimnasio pero no pueden con las rutinas, así que optan por jugar bádminton con Kathy y su novio Ken. Kathy accidentalmente golpea a Ken con la raqueta y lo manda al hospital. Bob y Margaret, no muy convencidos, los acompañan durante su recuperación y terminan jugando otro partido donde Kathy vuelve a golpear a Ken y Margaret se lastima de su mal de la espalda.

Bob tiene muchos pacientes, como lo había soñado, pero está muy agotado. Se equivoca al servir el cereal y Bob y Margaret se comen el cereal de los perros. Margaret se astilla un diente, y le pide que se lo arregle, pero él le dice que saque cita porque no tiene tiempo. Al día siguiente un doctor abre un consultorio enfrente del de Bob, él se siente traicionado y en lugar de atender mejor a los pacientes, se preocupa solamente y pierde a los pacientes y a la recepcionista. Incluso su esposa va a curarse el diente con ese doctor.

Bob y Margaret deciden que ya es tiempo de tener familia, y pretenden pasar una velada romántica, viendo una película y comiendo pizza, pero después de que alquilaron la película y ordenaron la pizza, sus amigos Henry y Judy los invitaron a cenar. Ellos acaban de ser papás, y al ver cómo se comporta el bebé, Margaret decide seguir esperando.

Bob y Margaret deciden ir al súper para ahorrar dinero y cocinar en vez de pedir comida a domicilio como siempre. Les pasan muchas cosas que siempre pasan en el súper, pero que no son agradables, y al final están tan cansados que deciden pasar a comprar comida china para llevar a casa.

Bob y Margaret se van de viaje. Bob, a quien le aterran los aviones, se toma una pastilla para dormir. Para esto, dejaron a sus perros en una perrera con un hombre malo, secuestran el avión y les suceden muchos percances. Al final llegan a su destino, Grecia, y el hombre de la perrera se vuelve bueno.

Bob y Margaret tienen una invitación a las 8 de la noche con unos amigos, que creen que es para cenar, así que no toman ningún alimento y llegan hambrientos. Sus amigos les ofrecen vino y botanas, pero no les dan de cenar, les proponen jugar ese juego donde se hacen preguntas de situaciones en las cuales hay dilema de cómo actuar, de ese tipo de situaciones en las que entra en juego la honestidad y la moral de las personas, y se pasan la mayor parte del tiempo discutiendo si en verdad harían o no lo que dicen. Al final, Margaret inventa la pregunta y les dice: "¿Qué harían si unos amigos los invitan a cenar y solo les ofrecen vino barato y botanas?". Después se van de ahí y cenan en un lugar donde les cobran de menos y se encuentran en una situación real donde se pone en juego su honestidad y su moral.

Mientras escuchaba la radio, Bob observaba a su encantadora asistente Penny, inspirándolo esto a recitarle odas de juventud e inocencia. De pronto, Bob escucha en la radio que una chica adolescente llama a la estación para decir que esta perdidamente enamorada de su jefe y que, después de mucho, está dispuesta a abrir su corazón a este. Bob sigue pensando en la llamada que esa chica hizo a la radio, mientras tanto, sorprendido queda cuando Penny le dice: "Bob, o me pagas más dinero o me voy a trabajar a otro lugar". Bob sorprendido por el requerimiento, le dice a Penny que no puede hacer esto. Penny evidentemente se molesta y decide irse. El pánico envuelve a Bob porque ahora se encuentra sin su mano derecha. Desesperado llama a Margaret y le pide ayuda. Mientras Penny se encuentra laborando en una florería, Bob y Margaret discuten acerca de la manera en que esta última contesta el teléfono, cómo trae el cabello, etc. El trabajo se vuelve complicado sin Penny y Bob termina por pedirle que regrese a trabajar con él, con un prometedor aumento por supuesto. Ahora Bob escribe poemas, pero los dedica a su mujer.

En este capítulo, Bob, mientras trabaja en su consultorio dental, recibe la llamada de un colega y amigo suyo de la universidad para invitarlo a una convención anual de dentistas a realizarse en Alemania. Al recordar a su amigo, Bob decide visitarlo en su consultorio para que le realice una revisión dental. Al visitar el consultorio de su amigo, Bob se da cuenta de que este tiene un moderno consultorio con varias recepcionistas y lo último en tecnología de equipos dentales. Durante la revisión, el dentista amigo de Bob alardea con él de su moderno consultorio y le comenta a Bob que sus gastos de viaje y de hospedaje serán cubiertos por los organizadores del evento si Bob acepta dar un discurso durante la convención. Al llegar a su casa, Bob le comenta lo anterior a su esposa Margaret, quien se ilusiona con la idea de ir a Alemania con los viajes pagados. Sin embargo, Bob no está muy convencido debido a que no quiere dar dicho discurso. Finalmente, Bob se ve forzado a aceptar y acuerda con su amigo hacer el viaje y dar el discurso.Ya en Alemania, Bob invierte horas pensando y se encuentra muy nervioso al no saber lo que dirá en su discurso, y al llegar el momento de presentarse ante el público, Bob recupera la confianza en sí mismo y da un gran discurso en el cual habla sobre la verdadera misión de los dentistas y se gana al público alabando la sencillez con que debe practicarse la profesión y desdeñando la arrogancia, la tecnología y los altos precios que cobran los dentistas como su propio amigo.

Bob tiene una discusión con Margaret porque encuentra vidrios rotos en el piso y casi terminan enfadándose. Luego discuten que su relación es mala y terminan diciendo que deberían ir a donde pasaron su luna de miel y darse una oportunidad. Unos días después llegan a su casa unos parientes de Canadá que terminan arruinándoles todos sus planes y hasta se van con Bob y Margaret al lugar que habían planeado. Después de que les echan a perder todo, Bob y Margaret toman un baño de burbujas y beben champaña, y a Margaret se le cae la copa y se rompe, así que terminan donde comenzaron, "con los vidrios rotos tirados en el suelo".

En una noche de Halloween Bob y Margaret tratan de divertirse, como es usual, con disfraces y obsequiando dulces a los niñitos que tocan a su puerta. Bob recibe una llamada extraña de alguien que no conoce, quien le invita a un funeral de un supuesto excompañero de escuela. Bob está consternado y se queda dormido viendo películas de terror.Bob tiene un sueño horrendo en el que se ve en su propio funeral. Parece que estos días el espíritu de la muerte le sigue, pues también su madre le ha pedido que la lleve al cementerio a visitar la tumba de su padre.Todos estos eventos le harán reflexionar respecto a la vida y la muerte. Y se lleva una gran sorpresa cuando descubre que el cementerio en el que estaba enterrado su padre ya no existe.

Un vendedor de alarmas trata de venderles una para su casa a Bob y a Margaret. Le dicen que lo decidirán después. Margaret se queja de lo poco amigables que son sus vecinos y trata de salir de su casa cuando no estén los vecinos. Después llegan unos vecinos nuevos y Bob y Margaret piensan que deben darles la bienvenida al vecindario. Así lo hacen y van a casa de los nuevos vecinos, que resultaron ser de Estados Unidos, y la pasaron muy bien con ellos y Bob motivado los invita a un restaurante a cenar.El vendedor de alarmas insiste y al fin le compran una alarma un poco complicada para ponerla en marcha. Y con la que los perros debían quedarse solo en un sillón y no debían moverse de ahí para no hacer funcionar la alarma. El día de la invitación a cenar con los nuevos vecinos llegó y resultó un fracaso. No los atendieron bien en el restaurante y hubo malos entendidos entre ellos.Al regresar frustrados de la cena, la alarma de Bob y Margaret estaba sonando debido a sus perros. Los vecinos estaban furiosos contra ellos y todo quedó como antes, la alarma se desechó y todos los vecinos evitaban verse para no saludarse, incluyendo a los nuevos vecinos.