Negra Consentida

La bella Barbarita Blanco, mujer de piel dorada, se encuentra junto a la abuela Guaramato en la cascada de un pueblo costeño llamado Barlovento. Tres mujeres espectrales aparecen y le dan a la anciana la certeza de que la joven es la elegida. Tiene el poder de dominar a los hombres, don que se potenciará con el amuleto que le ha preparado. Cuando su sudor moje el talismán, los caballeros se rendirán a sus pies.

Barbarita aún se encuentra aturdida y no reconoce a quienes aseguran ser sus cuñados. El médico les pide a Miguel y a su hermano que lo dejen a solas con la joven para hacerle un reconocimiento; además, les indica que el niño se encuentra recluido en la sala de pediatría. Caetano, al sacar cuentas, se convence de que la “café con leche” tiene que ser su hija; le pide a Froilán que lo lleve a conocer a la joven pero el chofer le señala que debería cuidarse de aseverar a la ligera esa paternidad pues Juan de Dios podría matarlo por ello.

Una llorosa Barbarita recibe a Miguel. La joven manifiesta estar un poco mareada. El hombre hace pasar a Bernarda, quien trae un niño en brazos. La mulata se sorprende al saber que al pequeño lo creen su hijo. Mientras tanto, en la casa Meaño, Viviana le agradece a Caetano por haberle obsequiado el traje de novia. Emma, Bernarda y Miguel salen de la habitación tras observar como el bebé deja de llorar al sentirse protegido en los brazos de su “madre”.

Barbarita le relata a su madre lo que ocurre con los Aristiguieta, quienes la creen su familia. Trinidad le pide que acepte irse con esa gente, pues teme que Wilfrido la encuentre. Ambas se abrazan entristecidas ante la eminente separación. Por oro lado, Clímaco mira consternado como la churuata se ha quemado.

Algo aturdida, Barbarita sopesa la posibilidad de escapar antes que la ternura de David y Miguel se adueñen de su corazón. Se hace de una bolsa con sus pocas pertenencias pero se devuelve a la habitación cuando Celina y Felicidad se acercan discutiendo sobre los quehaceres. Se asoma por la ventana planeando escapar por allí. En el jardín, los Aristiguieta, junto a Rolando, buscan la manera de ayudar a Isabel a que se recupere sin tanto trauma.

En el jardín, un furioso Miguel le advierte a Raimundo que permanezca alejado de la viuda del difunto para evitar malentendidos. Ray considera que su hermano está celoso ya que siempre le gustaron las mujeres de Rodolfo. Se va molesto. El joven empresario contempla la ventana de la recién llegada. En la habitación, Bernarda considera que Isabel no recuerda el nombre de su hijo debido a la crisis que padece. Sin dejar que se explique, la matriarca agradece todo el amor que le ofrece a su nieto.

Para tratar de ganar su confianza, Tibisay le pinta las uñas a su tía Toña. Ésta última quiere saber cuándo su sobrina va a buscar trabajo. La conversación se ve interrumpida por Gregory que viene de la calle gritando que Barbarita está viva. Al mismo tiempo, la supuesta Isabel en compañía de Miguel baja del carro. Celina los aborda con David en brazos. El joven empresario entrega las bolsas a la empleada mientras Barbarita, simulando la voz del niño, le agrade por todas las cosas que le compró. Miguel besa a su sobrino y se marcha.

Isadora, furiosa, le deja saber a Miguel que él se está enamorado de su cuñada. Barbarita, que escucha a escondidas, se marcha a su habitación. A solas, Aristiguieta reflexiona en la posibilidad de que su ex- esposa tenga razón y se esté enamorando de Isabel. Ésta última camina de un lado a otro en un intento por huir de las sospechas de Isadora. Sin embargo no puede escapar de los recuerdos de momentos vividos con Miguel. Vuelve a la realidad ilusionada mientras que él, sentado en el sofá, luce confundido ante la aceptación de sus nuevos sentimientos.

Todos los invitados presencian el incidente protagonizado por la supuesta Isabel. Isadora la humilla por haber interrumpido su concierto. La viuda llora apenada mientras Miguel la consuela. En un aparte, La Nena se indigna al notar que a su marido le divierte el suceso. La mujer resuelve marcharse pues arruinaron la celebración del compromiso de su hija. Froilán permanece escondido ya que no sale de su asombro tras descubrir que Barbarita, la verdadera descendiente de su jefe, vive.

Miguel, con una fruta en la mano, reconoce a Clímaco, quien -nervioso- le manifiesta que la mujer a quien abrazaba el otro día en la calle es una prima que trabaja por ahí cerca. El joven empresario gira instrucciones a un empleado para que reciba la mercancía de Clímaco. Éste último luce aliviado. Entre tanto, en la conserjería, Tibisay le avisa a Juan de Dios que Wilfrido llamó para amenazarlos.

Barbarita escucha a su abuela quien le advierte que, aunque ella no quiera, su destino será ser Isabel. Con la llegada de un nuevo día, Caetano y Viviana desayunan. El portugués le hace algunas preguntas a la chica sobre su padre. La joven le confía que no sabe mucho pues no compartió lo suficiente con él, pero su madre le dijo que era un gran hombre. Caetano luce pensativo mientras Vivi se marcha.

En su habitación, Barbarita reflexiona. Comprende que su abuela tenía razón. David es la misión que le tocó enfrentar en la vida. Un insistente Froilán hace todo lo posible para convencer a Trinidad de revelar la verdad a Caetano. Guaramato se rehúsa por temor a que descubran a su hija y Wilfrido la mate.

Como Miguel se percata de que Isabel lo evade, le exige una explicación. Decide llevarla en su auto al hipermercado. En el automóvil, Barbarita insiste en que Miguel debe respetar sus resoluciones. El muchacho se preocupa por los cambios tan drásticos en sus decisiones. De súbito, ella sale corriendo del carro. Él la alcanza. Insiste en aclarar la situación. Isabel considera que sólo debe existir una amistad entre ellos.

Una camioneta pasa cerca de Caetano, quien se aparta sobresaltado. Barbarita y Trinidad aprovechan para ocultarse. Antes de que la muchacha se vaya, su madre le promete que juntas podrán enfrentar lo que se les avecina.

En la piscina, Isadora trata de seducir a Miguel para encender aquella pasión que tuvieron una vez. Él ve llegar a Barbarita y se marcha apresuradamente. Su ex mujer, desconcertada, lo ve alejarse. Luego mira a la mulata lanzarse al agua comprendiendo la extraña actitud del hombre. Fingiendo agrado, Isadora se aproxima a Barbarita. Alude que coinciden en muchos gustos, como por ejemplo, el difunto hijo de Emma.

Llenos de harina, Raimundo y Barbarita ofrecen explicaciones a Miguel de lo acontecido. Furioso, el joven empresario cita a la mulata a su oficina. Debido a las intrigas de Emma, Bernarda comienza a desconfiar de la verdadera identidad de Isabel. Felicidad lamentaría que tuviera razón. Aunque cuestiona la actitud de Ray, Aníbal le recomienda que evite ser reprendido por M. Ángel ya que pronto será el nuevo gerente general.

El desconcierto invade a Miguel cuando llega a su apartamento y consigue a Isadora vestida con una ropa sensual. Lo sigue Barbarita, quien se incomoda con la situación. El muchacho le brinda explicaciones a una llorosa Russián. Ésta decide marcharse apenada, no sin antes, mirar con odio a la intrusa. La joven Blanco lo insta a que considere una reconciliación; sin embargo, él asevera que sólo respeta a su ex esposa por ser la madre de Valentina.

Al tiempo que Miguel conversa con unos empresarios en el lobby del hotel, Barbarita aparece radiante. Todos admiran su belleza, logrando despertar los celos de Aristiguieta. La chica divisa a lo lejos a Isidro y unos funcionarios. Se sobresalta ante la posibilidad de ser descubierta. Como le es imposible escabullirse, la joven le quita el sombrero y los lentes a uno de los ejecutivos para ocultar su rostro. M. Ángel se siente apenado por la extraña actitud de la chica.

Tras un beso apasionado, Barbarita se separa de Miguel negada a hacerle daño. Sabe que está usurpando la identidad de otra mujer. Lo saca de la habitación. Él sólo se cubre el torso con una toalla. Toca insistentemente la puerta para que le abra hasta que el gerente del hotel aparece. Le pide que cese la bochornosa situación entonces el muchacho opta por retirarse apenado.

Mientras un ofuscado Miguel se toma un trago, Rolando intenta calmarlo; sin embargo, el joven empresario está convencido de que Isabel es una ambiciosa que sólo busca la herencia; por ello, planea destruirla. Temiendo que sus hijos vean al portugués en la conserjería, Trinidad le pide que se marche. El luso comenta que ya habló con Juan de Dios y está dispuesto a luchar por el amor de la mulata.