Mis tres hermanas

Santiago muestra la obra -que la constructora tiene en proyecto- a dos posibles inversionistas, con quienes estrecha mano en señal de haber cerrado un buen negocio. Mientras desde la oficina Margarita no deja dedevorarlo con la mirada.

Lisa entra a la oficina del director, el doctor Serpa, quien severo le recuerda a la joven las reglas del instituto. Le advierte que por haber salido durante su guardia será suspendida en sus labores. Ante esta injusta amonestación, Lisa lo mira incrédula y dolida.

Quitándose la camisa, Santiago entra al área de la piscina, divisa a una mujer que está a punto de lanzarse al agua. Se trata de Lisa, quien al sentirse observada por la presencia de alguien, se vuelve y se sorprende al reconocer al personaje. Ambos se miran sorprendidos.

Gustavo –sentado dentro de su carro- aguarda por Lisa, quien al salir -sin explicación alguna- queda prendada en la mirada del ingeniero. El doctor, al percibirla, le hace señas para que suba al auto. Lisa y Santiago ven a Gustavo y de inmediato vuelven a quedar hipnotizados uno del otro.

Margarita –pícaramente- se le acerca insinuante a Santiago quien no puede evitar responder al beso apasionado que ella –sin más- le da.

Santiago se acerca a Lisa, quien le pide a Gustavo que la deje a solas con el ingeniero. La enfermera le revela a Ortega que no fue ella quien armó ese lío, si no, él junto a su empresa cuando comenzó a sabotear la clínica. El hombre, con intenciones de aclarar la situación entre la clínica y la constructora, le pide que lo acompañe. Ante la incredulidad y la negativa de la joven, Santiago está dispuesto a llevarla a las fuerzas para su oficina.

Luego de saber por Barbara que Ernesto fue a reclamar a la clínica lo de la manifestación, Santiago también decide acercarse al centro médico para aclarar de una vez ese problema.

En un restaurante de comida rápida está Santiago haciendo un pedido de almuerzo. De pronto, -casualmente- aparece Margarita, quien al verlo se le dibuja una sonrisa en su rostro. El ingeniero se sorprende al mirar a la atractiva joven allí. Todo parece indicar un comprometedor encuentro.

Margarita ha logrado su objetivo. Llevar consigo para un hotel a Santiago. En el umbral de la puerta, el hombre de repente se detiene como sintiendo que puede estar cometiendo un error. La astuta mujer intuyendo el posible arrepentimiento de su amado, le advierte que es experta en dar masajes, de hecho, lo puede convertir en adicto a ello. Extiende su mano invitándolo a pasar; a lo que finalmente el hombre accede.

Luego de hacer el amor. Margarita le confía a Santiago que su vida cambió desde que lo vio la primera vez. Ante esta revelación Ortega se extraña. De pronto empieza a sonar el busca persona. El ingeniero lo toma y se estupefacta al ver que el mensaje es de Barbara, quien lo está esperando urgentemente en la constructora.

Luego de conversar con su madre, Santiago –aturdido- se dirige a la casa Solís. Una vez en el lugar, Ortega en un impulso le pregunta a Bárbara qué día quiere que se casen. La joven Solís no puede lograr reaccionar ante las palabras de Santiago, quien quiere fijar la fecha para la boda.

Barbara está sentada en la sala tomando una taza de café, mientras, mira una revista de trajes de novia. Sofía, que viene a darle la lista de invitados, se tropieza con la cartera de Santiago. Barbara rápidamente la toma. Mientras su madre va a atender la llamada de Aníbal, Barbara –curiosa- revisa la billetera. Su expresión se tensa al descubrir la foto de una mujer.

Lisa es avisada por el camillero para que asista al paciente que acaba de llegar con una herida en el brazo. Cuando la joven se acerca para atenderlo se sorprende al ver que se trata del ingeniero. Ambos se miran tensos.

Lisa termina de hacerle la sutura a Santiago. Él examina lo que ella le hizo. La enfermera le advierte que le inyectará un toxoide. Cuando lo va a buscar, él la llama. Lisa se detiene y se vuelve hacia el ingeniero con cierta sorpresa. Santiago, señalándole el brazo, le da las gracias. Ella asiente con una sonrisa y sale. Él también – inexplicablemente- sonríe.

Mientras, Santiago maneja, Lisa intenta disimular su tensión. El ingeniero, dispuesto a suavizar su relación con la enfermera, se interesa en saber más de ella. Desea saber quién y cómo es. Ella, que ha estado evadiendo su mirada, -desarmada- lo ve directo a los ojos. Santiago extiende su mano hacia ella. Es evidente que quiere ser su amigo. Lisa instintivamente le da la suya. Él toma la mano de la joven mientras –intensos- se contemplan.

Lisa asiste a Gustavo que le pone un yeso a un paciente. Ésta se ve abstraída por los recuerdos de Santiago cuando lo ayudó a quitarse la camisa y cuando la llevó a la clínica; hasta que vuelve en si, cuando Gustavo le pide tijeras. Lisa queda apenada.

Santiago visita a su madre y a su tía Ligia, para darle noticia de su matrimonio con Bárbara. Eloisa le da su bendición y lo invita a pasar para que vea a su tía. En ese instante sale Lisa de la habitación y Santiago se sorprende y alegra ante la presencia de la enfermera, mientras ésta permanece confundida.

Santiago y Lisa llegan a la casa, pero no hay nadie. Lisa está encantada con el lugar y no sabe como reaccionar cuando Santiago se le acerca para regalarle una flor. Ambos quedan con los rostros muy cercanos y con la flor en el medio de ambos.

Santiago y Lisa estan en el riachuelo. Es evidente que se gustan mucho; después de jugar con el agua, es inevitable el acercamiento. Se besan con inmensa ternura.